Gorditas, gordas de horno a la exportación

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Tiempos presentes, son tiempos en que lo local, se convierte, en lo universal.

Con la prisa, con Cronos marcando el compás del diario vivir. Se estila, encontrar la solución a comer rápido y de manera pragmática. Ahí en La Laguna, se abre para el millennials, el centennials, el cristal, y para todos los demás, la solución hecha del precioso maíz, aunque la tradición permite la irrupción del trigo. Gordita que se respete es de masa de maíz: La Pestaña, El Danubio, La Casa de la Abuela, La Ranita, serían algunos de los negocios abanderados por el consumidor, para la satisfacción inmediata, las de mole, las de nopalitos con huevo, las de deshebrada, las de chicharrón con morita, y la siempre eterna de frijoles con queso. La materia, el juego alquímico parte de una gorda torteada a mano y calentada y cocida en comal, luego rellena con variopintos alimentos. Su historia, no, imposible y brumosa, no hay datos exactos…Pero, en este escrito, nos interesa una variable que ya se ve de continuo en la ciudad por su arraigo tradicional, y su forma mayor, la más gordita de las gorditas, la gorda de horno. Producto que algunos ya exportan al vecino del norte, de la manera que tal vez, rememore, a los correos del

emperador de México, que recibía pescado fresco del mar, a su mesa, los correos, ahora motorizados, van a los pueblos de la tradición y luego se las llevan en secreto al otro lado.

Estas gordas de horno de pozo y ladrillo, son de la, usanza antigua, de los ranchos alrededor de la ciudad. Ejemplo en Hormiguero, rumbo a San Pedro, La Concha, Villa Juárez y Los Ángeles…Se cocen en un horno de adobe, o barro o ladrillo con su tronera…

El oficio de la comida, es una labor de artesanía, arraigada a la tierra, y lo más universal, ahora se valora, como lo más cercano a los pueblos originarios, las gorditas, las gordas, los antojitos varios derivados del maíz, que en el imaginario mexicano no tiene fin, pueden ser, como ya se ha visto del gusto de los paladares de otras patrias, de otras lenguas.

La comida también hace la historia, así que veremos gordas de horno en los Estados Unidos, conquistando el espacio de los que no nos dejan entrar. Los antojitos, la comida de la calle, son parte de la alimentación mexicana, de cierta velocidad…Y en esas ciudades donde el tiempo, se dice es dinero. La cocina tradicional, que es identidad, también ahorra tiempo, es práctica, y tal vez no sea tanto, comida rápida sin más… tal vez tenga un valor agregado…el consumidor de las gordas de horno, se alimentará

también de las raíces históricas, bases que se alejan de la comida fusión que tanto gusta a los chefs modernos.

Recuerdo ahora algo del pensamiento de Salvador Novo, en un epígrafe que adereza su libro sobre comida mexicana….”estos nahuas eran experimentados comedores”…esta filosofía envuelve la masa madre de las gordas de horno, la gorda de las gordas, ahora en exportación, en tiempos de crisis de salud, lo mejor para el pueblo, la ciudad, el país, es que el ingenio, la imaginería, la creatividad, nos acompañe, en esa otra conquista, la del gusto no por la comida nuestra, la del gusto por la vida, en ese chispazo de sabor, al morder la masa caliente, de una de choriqueso.

No deje de detener, al gordero que con su vitrina ambulante, va conquistando calles, barrios, esquinas, panzas y …corazones.

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