Cuando bebas agua, recuerda la fuente….Proverbio chino.
Siempre que pienso en mis padres, se me viene un sentimiento de nostalgia tremendo, uno de mis mas grandes deseos sería volver a vivir y convivir con ellos. Revivir esas tardes-noches apacibles de mi pueblo, sentados afuera y charlando. O las entrañables tertulias navideñas. El abrazo amoroso de mi madre, sus enojos cuando perdía en la jugadita, el beso que cada noche nos daba mi padre ántes de ir a dormir y su bendición. Es más, hasta sus regaños.
Y agradecida vivo de haber podido disfrutarlos hasta su final, de vivir su enfermedad y sentir y compartir su dolor. De retribuir junto con mis hermanos ese todo que nos dieron hasta el fin de sus vidas.
Lo anterior viene al caso porque son tantas las historias que escucho de hijos que reniegan del cuidado que deben a sus padres y del cruel abandono en que les mantienen, que viene a mi mente una reflexión que hace tiempo leí por ahí, bellísima y que nos habla precisamente de la gratitud, de esa correspondencia de amor de un hijo hacia su padre.
Resulta que un hijo llevó a su padre a cierto restaurante para disfrutar de una deliciosa cena. El padre ya bastante anciano, frágil y un poco torpe no podía evitar que parte del alimento cayera sobre su camisa y pantalón.
Los demás comensales observaban con muecas de disgusto, pero el hijo permanecía calmado comiendo a su vez.
Cuando ambos terminaron de comer, el hijo sin mostrarse ni remotamente avergonzado ayudó a su padre y lo llevó al sanitario. Una vez ahí limpió las sobras de comida del arrugado rostro de su padre e intentó quitar las manchas de comida de su ropa. Amorosamente peinó su cabello cano y finalmente le acomodó sus anteojos.
Al salir del sanitario en algunos comensales había silencio total, pero otros manifestaban su disgusto por el “ridículo” que habían hecho padre e hijo.
El hijo se dispuso a pagar la cuenta, pero ántes de salir, un hombre también de avanzada edad se levantó entre los comensales y le preguntó al joven “No te parece que has dejado algo aquí?”
El respondió: No señor, creo que no he dejado nada.
Entonces el extraño le dijo: “Si, has dejado algo; has dejado aquí una lección para cada hijo y una esperanza para cada padre”…
Silencio total, y yo agregaría también vergüenza, porque debe ser un honor y un privilegio poder cuidar de aquellos que nos dieron vida, de quienes mientras pudieron dieron todo por nosotros,
De manera que no esperes a que tu padre o madre se vayan para demostrarles tu agradecimiento y amor, aprovéchalos y demuéstrales tu amor en vida. Después ya será tarde.
Cuando la gratitud es tan absoluta, las palabras sobran…..Alvaro Mutis